El martes, 31 de mayo, en el Hotel Muga de Beloso de Pamplona, la asociación Co.CiudadaNA organizó un encuentro con Jaime Lanaspa, presidente de la Oficina del Club de Roma en Barcelona y Patrono de la Obra Social de la Caixa. En dicho encuentro, Lanaspa desarrolló sus ideas y reflexiones en torno a “La paradoja española: la gestión de las diversidades culturales”.
Inició la exposición con una frase ilustrativa: Gestionamos bien la diversidad cultural externa, derivada de la inmigración, pero no la diversidad propia. En España, no hay una traducción política significativa de xenofobia. Este hecho, sin ser excepcional es algo que sólo pasa en muy pocos países europeos: Portugal, Irlanda y Chipre. En Europa, el caso de las elecciones presidenciales austriacas es una muestra del panorama general en el continente.
Algunos han ahondado en las causas del fenómeno español sobre la gestión cultural de la inmigración. Encontrando, como factor explicativo, la existencia de un humanismo difuso desde un componente igualitarista. Ello tiene que ver posiblemente con cómo se construyó España.
Lanaspa, citando al catedrático y colaborador de la Fundaciòn la Caixa, Carlos Gimènez, relató algunas actitudes ante lo ajeno. Por un lado, la hostilidad que provoca una actitud de rechazo hacia «el extraño» . Por otro, la coexistencia sustentada en la tolerancia. Finalmente, la convivencia, que parte del reconocimiento al otro. Dentro de estos parámetros, podemos hablar de modelos de gestión de la diversidad cultural. Citó el modelo multicultural inglés que permite culturas estancas. También, el modelo asimilacionista francés que, una vez despojados de los ropajes culturales de origen, les acoge. Estos dos modelos, dijo Lanaspa, pueden conllevar anomia o fractura social.A consideración del ponente, un modelo de interculturalidad es el más adecuado, dado que permite respetar las identidades culturales y procurar la convivencia y la cohesión social.
El ponente defendió que es posible vivir con diferentes sentimientos de pertenencia. Ser español no es excluyente con ser catalán o con ser vasco, ni con ser europeo, o mediterráneo. Entrando en el caso español de las diversas identidades culturales, consideró que la Constitución Española se ha quedado en multicultural, no asimilacionista pero tampoco intercultural.
Advirtió del riesgo de regresión del respeto de la pluralidad entre españoles. Citó la prohibición de la estelada en la final de fútbol. Entró en la cuestión catalana. Dibujó tres tipos de independistas para explicar el alto porcentaje, casi mayoría, que existe en la actualidad. Por un lado, los independentistas de siempre. Por otro, nacionalistas que tienen la percepción de injusticia y que viven un deterioro de los servicios públicos. Y por último, los independentistas por desesperanza, que entienden que no hay nada que hacer; que la sentencia del TC sobre el Estatuto evidenció una no salida.
Expuso tres pasos como solución. Reconocer el hecho nacional catalán; apostar por la claridad competencial y la transparencia de las balanzas fiscales desde la solidaridad; y finalmente, un refrendo constitucional en el ámbito de España y puesta al día del anterior estatuto. Para ello, recabó las actitudes de reconocimiento de la diversidad, respeto mutuo y una mejor circulación de las élites locales, sin limitarse a Madrid o Barcelona.
La exposición dio lugar a una tertulia de mucho interés.