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Encuentro con Juan José López Burniol

Presentó el acto nuestro socio José Antonio Asiain, amigo del ponente. Nos mostró un perfil profesional de dilatada trayectoria en el mundo jurídico, notarial y empresarial, desde sus orígenes como notario en Navarra desde 1971 hasta sus más recientes responsabilidades como consejero de grandes empresas como su actual vicepresidencia de la Fundación La Caixa.Comenzó el ponente afirmando que no quería convencer al auditorio de nada. Cuál es el origen del problema catalán y sus orígenes históricos fue el primer argumento de la ponencia. Esta situación no es un calentón pasajero, sino que hunde sus raíces en el siglo XIX y el XX. Puso como ejemplo que cuando Companys proclama el estado catalán en el 36, Manuel Azaña se toma más en serio este acto que la sublevación militar que derivaría en guerra civil.
El problema no tiene solución, solo lo podemos conllevar. Es un problema de reparto de poder del Estado. Este problema se regenera cuando España recupera la libertad. En la democracia se discute en el título 8º de la Constitución que es el del reparto del poder. Históricamente se ha concentrado el poder en Madrid bajo el mando de un grupo social que lleva siglos sobre el Estado (políticos, empresarios, altos funcionarios…). Una oligarquía originaria en el campo más que en la burguesía que dominó Francia y Alemania en su ruptura con el antiguo régimen. Casualmente las provincias que se rebelan contra el poder central son las industrializadas en España, Cataluña y País Vasco. Con el estado autonómico se ve una nueva dialéctica centro-periferia. España se divide en una España vaciada, un eje del Ebro potente, unas pocas grandes ciudades y Madrid.
Se abren cuatro posibles caminos para evolucionar la situación: un estado unitario, un estado federal, uno confederal o varios estados independientes. López Burniol rechaza el primero y el último y se centra en las dos alternativas centrales, federalismo o Estado confederal. El Estado unitario no ha existido nunca ni existirá. Ni siquiera Franco unificó la caja del Estado ya que hubo cinco cajas (la general, Vizcaya, Álava, Guipúzcoa y Navarra). El Estado español ha sido débil siempre. La existencia de varios estados no tiene sentido, supondría que estalle el Estado, y por debajo del Estado se desciende a la tribu. El ponente describió con ejemplos de su profesión cómo entiende él el Estado Federal que no es sino un edificio con propiedad horizontal en el que cada propietario manda en su piso y luego tienen partes comunes que se deciden en la Junta de Propietarios, que en el Estado debería ser el Senado. El Estado Confederal es más como una urbanización privada en la que cada uno tiene su parcela de terreno y luego se comparten servicios y gastos comunes.
Para poder salir del momento actual son necesarios tres respetos, el primero el de los hechos que supone abandonar la soberbia, el supremacismo, el autoengaño y la mal querencia del adversario. Como pasó en el otoño catalán. Segundo respeto es a la ley y tercero al adversario. La peligrosa sensación de impunidad es el principio del fin. No cabe diálogo porque estamos quebrados. Solo podría plantear un diálogo transaccional, que es el sistema por el que dos partes mal avenidas llegan a un acuerdo que previene de males mayores. La solución para López Burniol es realizar un apaño que dure 10 ó 15 años, los necesarios para que cuaje la UE como gran federación y estos problemas se solucionen desde dentro.
Cataluña es una nación. La Generalitat debe tener las competencias identitarias, el dinero a aportar al fondo de solidaridad debe ser igual para todas las autonomías, y también debe existir una agencia tributaria conjunta. El acuerdo de ese apaño comentado antes debe ser consultado a la población para saber si lo aceptan. Y por último se debe reformar el Senado y por tanto la Constitución. Si no hacemos nada caemos en un gran riesgo de crispación, y Cataluña tiene tamaño para desestabilizar España. La sociedad está fracturada en dos, o incluso en cuatro, porque por una parte está la división entre los que son independentistas y los que no, pero, por otra parte, está la división irreconciliable de los dos partidos independentistas hegemónicos por su lucha de poder. Hay impotencia política, decadencia económica y medios de comunicación fuertemente polarizados. La forma para llegar al apaño es la de aprobar los indultos, crear dos mesas de diálogo la política y la de intendencia. Cuando todo se tambalea hay que agarrarse a la ley, el diálogo y el respeto.

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